LEÓN PÁJAROS O EL CORAZÓN DEL VIENTO

Bastaba que alguien en Buenos Aires , saliera a la calle con un paraguas , para que el cielo tomara eso como pretexto , y dejara caer sobre los suelos porteños arrobas de agua; como en aquella madrugada , en que la ciudad parecía un mar y cada sombra un animal que entraba en la barca del invierno , que había llegado a esa ciudad porteña , en medio de las hojas del otoño y la últimas horas de las tardes de Abril , tardes que seguían siendo tardes en las pupilas de la noche , porque era de color tarde el vestido del campo , como la piel de la pampa y el platino de las canciones de los campesinos argentinos , así como el olor de la yerba del mate en todas las horas , así como el sonido de la voz de la vieja gallega , dueña del hotel “RIO” , destartalado sitio donde duermen todos los gatos del mundo , algunos hombres y sobre todo las últimas sombras de la luz , lugar al que llegó en esa madrugada lluviosa del 3 de abril , el hombre del traje azul , como lo habrían de recordar todos , incluyendo aquella y pequeña niña muda , incluyéndola a ella y a la policía.


Señora – ¿tiene usted una habitación para mí?, dijo con voz seca y pastosa,
como la de un caballo melancólico.

_ Sí, contestó , y además agregó : puede vivir acá pero sin niños.
En este hotel solo puede vivir mi sobrina y eso por dos cosas: porque sus padres fueron ahorcados y quemados y segundo porque es muda.

Después de entregarle la guita a la vieja casera, el hombre subió al cuarto, y antes de hacerlo , le dijo. – gracias señora , usted no se va arrepentir de alquilarme la habitación- y luego se marcho.

Sobresaltado se levanto Raúl , el viejo y buen hombre que hace tanto tiempo vivía en la pensión de centro de Doña María, había tenido una pesadilla por la angustia que le generaron las palabras que la dueña de la pensión le había dicho unas horas antes.

_Raúl, yo sé que tu eres un buen hombre ; pero llevas varios años viviendo aquí ,
y no me has pagado ni un sólo mes de arriendo - Sí , mañana a las 5 de la tarde no te pones al día , te hecho con todo tu equipaje a la calle ,
incluyendo ese viejo baúl, que nunca abres y que cuidas con tanto recelo , como si en el escondieras tu propio cadáver -


El hombre agitado por la pesadilla y por la angustia de saber que en horas iba a ser echado a la calle junto con el baúl , que era la única herencia que tenia de sus padres, quienes habían sido fusilados por pintar flores verdes en la época de la dictadura ; se baño , se pulidó el bigote , se puso su traje y organizó los objetos que intentaría vender en esa mañana , como lo venía haciendo desde hace más de treinta años, sin vender nada , a excepción de un pequeño reloj que sólo marcaba las horas negras.


El hombre organizo los objetos , se miró al espejo y se puso su sombrero ,
dejó la habitación desordenada y salió del hotel , miró el reloj y se dio cuenta que sólo tenia unas pocas horas para salir del problema , empezó a caminar y subió a pie hasta San Telmo y empezó a ofrecer de nuevo sus viejos objetos , le ofreció a un antiguo gitano una bola de cristal ; pero el gitano le dijo que ya su oficio no era el de mirar el futuro , que ahora trabaja en un locutorio en las mañanas y por las noches en un restaurante vegetariano ; siguió caminando y llego al parque Lezama y vio mucha gente leyendo en las bancas , se encontró con una hermosa muchacha , le pregunto su nombre y ella le dijo : Alejandra .
Le ofreció libros antiguos , y ella sólo le compro un libro que era más barato porque aún no tenía final , el cual tenía por titulo "SOBRE HEROES Y TUMBAS"

El vendedor seguía ofreciendo objetos de otras épocas, y todas las personas le decían que no, nadie le quiso comprar el mapa que utilizó Ulises para regresar a Itaca , ni los paisajes sonoros de la levitación de los viejos poemas de Homero ,
a nadie le intereso la escafandra con que la mujer llego a la luna ; una persona se intereso por un arma ; pero al darse cuenta que esta no servía para matar dejó de interesarle .

Este viejo comerciante vio como otros hombres vendían todo lo que ofrecían :
relojes japoneses , calculadoras científicas, televisores de plasma , secadores de pelo , cepillos eléctricos , llaveros digitales, computadores , entre otras cosas y también se dio cuenta que estaba más sólo que nunca y decidió regresar al hotel , camino con todo el peso de sus viejas razones para vivir o mejor para morir , y salió de la zona bohemia sin bohemios , de las calles cuyas casas un día tenían por sombrero al arco iris , salió del corazón de Buenos Aires y vio a un hombre que hacia llorar un tango griego con su bandoneón y vio a una mujer esquelética sin sombra debajo del viejo farol que ya no anidaba los pájaros luminosos de la noche , a pocas calles de la calle donde encontraría su vida en el suelo , porque el sabia que bienaventurados los poetas pobres porque de ellos es el reino de los suelos , se sentó como un niño triste en un caballito de la vieja calesita que hace tiempo dejo de girar y se vio a él mismo unos años antes cuando el mundo tenía artefactos aún más maravillosos que los que el llevaba en su viejo maletín , artefactos como besos y flores, artefactos de luz como palabras de amor , decidió entonces declárese loco y empezó a caminar de espaldas para no perder de vista el horizonte y en su trayecto hacia el hotel hablo con palabras extrañas para que nadie le entendiera ,
hablo con palabra de amor.

A una sola cuadra y cuando el tiempo prácticamente se había cumplido, una tormenta golpeo a la Argentina , y un viento helado como debe ser el del sudor de la muerte , agito sus ropas y él se tuvo que agarrar a su viejo maletín , a su vida ; pero el sombrero voló , el persiguió al sombrero ; pero este desapareció.

Con mucho dolor subió los escalones de la vieja pensión , entró al cuarto que siempre se quejaba de la falta de un candado y entró , observo por vez primera que había luz y que las ventanas estaban abiertas y que los arboles de San Telmo entraban hasta su habitación y vio que su cama estaba tendida y que las sabanas eran nuevas y olían a jazmines y a girasoles rosados como les que un día pinto un hermoso holandés con una oreja ; y también vio que todas las cosas eran nuevas , y oyó la voz de una pequeña niña que jugaba con sus padres en alguno de los corredores del hotel y observo como unos policías pintaban unos murales de flores verdes en los nuevos muros del barrio ;
y fue a buscar su baúl ,

lo abrió

y ahí estaba ... su sombrero.





Andrés Matías
Buenos Aires 8 de abril de 2009